En un movimiento que está captando la atención de la industria tecnológica y musical, Suno AI, la innovadora plataforma de generación musical por inteligencia artificial, ha anunciado una exitosa ronda de inversión por 125 millones de dólares.
No hay dudas que este respaldo financiero permitirá a Suno expandir sus capacidades y consolidar su posición como líder en la creación de música generada por IA.
Sin embargo, esta noticia también reaviva el debate sobre los derechos de autor en las creaciones generadas por IA, un tema que es tan fascinante como polémico. Por eso, vale la pena explorar este cambio de paradigma en la creación musical por IA.
La revolución de la música generada por IA
La inteligencia artificial ha transformado numerosos sectores, y la música no es la excepción. Suno AI se ha convertido en una herramienta esencial para músicos, productores y aficionados que buscan crear música de manera rápida y eficiente.
Esta plataforma permite a los usuarios generar canciones completas a partir de simples indicaciones de texto, ofreciendo tanto piezas instrumentales como vocales sintéticas que imitan la voz humana con sorprendente precisión.
¿Qué es Suno? ¿Cómo funciona?
Suno es una herramienta de IA generativa que facilita la creación de música en segundos. Está desarrollada por un equipo de músicos y expertos en inteligencia artificial de Cambridge, liderados por el CEO Mikey Shulman.
Desde su lanzamiento inicial, hace 8 meses, Suno ha capturado la imaginación de miles de usuarios alrededor del mundo.
Pero ha comenzado a llamar aún más la atención tras la liberación de su versión 3 el 21 de marzo pasado. Desde entonces, la plataforma ha visto un crecimiento exponencial en su base de usuarios, que ya alcanza los 10 millones de personas.
Suno ofrece un plan gratuito que permite a los usuarios crear hasta diez canciones de dos minutos al día, con la posibilidad de expandir o remezclar las creaciones.
Los usuarios pueden elegir estilos musicales, arreglos, estados de ánimo y ritmos, y decidir si desean proporcionar sus propias letras o dejar que Suno las genere. Las canciones pueden descargarse o compartirse, aunque el uso comercial está restringido a los planes de pago.
El entorno de la creación musical con IA
La capacidad de las IAs como Suno para crear música plantea emocionantes posibilidades y desafíos. Sin dudas, herramientas como Suno democratizan la producción musical, permitiendo a cualquiera con acceso a internet crear canciones.
Por otra parte, este tipo de herramientas permiten a personas sin formación musical crear composiciones de alta calidad. Además, los usuarios pueden experimentar con diferentes estilos y géneros sin necesidad de equipos costosos o conocimientos avanzados de teoría musical.
Incluso para profesionales de la música, Suno puede ser de utilidad. La generación instantánea de música ahorra tiempo y recursos, lo cual es especialmente valioso para productores y creadores de contenido. Sin embargo, Suno y sus competidores han levantado polémica en una industria musical que ya está en crisis.
¿De quién es el copyright de la música generada por IA?
A medida que la música generada por IA se vuelve más común, surge una pregunta crucial: ¿quién posee los derechos de autor de estas creaciones? La respuesta es compleja y varía según la jurisdicción.
En el contexto de Suno, la política de derechos de autor difiere entre su versión gratuita y suscripciones de pago. Para los usuarios gratuitos, Suno retiene la propiedad de la música generada, aunque permite su uso no comercial con la atribución correspondiente.
Los suscriptores de pago, por otro lado, pueden reclamar la propiedad de las grabaciones, siempre y cuando cumplan con los términos del servicio.
Sin embargo, esta disposición plantea interrogantes legales, especialmente en países como Australia, donde la ley de copyright exige que una obra tenga un «autor» humano, para ser considerada protegida por derechos de autor.
En Australia, una creación generada completamente por una IA podría no calificar para la protección de derechos de autor. A menos que se demuestre que la intervención humana aportó una «chispa creativa» y un «esfuerzo intelectual independiente» suficientes.
En Estados Unidos, la situación también es ambigua. La Oficina de Copyright de EE.UU. ha indicado que solo las obras creadas por humanos pueden ser registradas para la protección de derechos de autor.
Esto significa que, aunque un usuario pague por un servicio de IA generativa, la cuestión de si pueden reclamar los derechos de autor de la obra resultante puede ser debatible.
Los músicos humanos entrenan a la IA, sin saberlo
Otro aspecto controvertido es el origen de los datos utilizados para entrenar las IAs generativas. La falta de transparencia sobre los conjuntos de datos empleados plantea preocupaciones sobre posibles infracciones de derechos de autor.
Si una IA es entrenada con música protegida por derechos de autor sin el consentimiento adecuado, las obras generadas podrían estar en riesgo de ser consideradas infracciones.
Otra preocupación significativa es la capacidad de la IA para imitar a artistas conocidos. Algunas tecnologías de IA pueden replicar la voz de cantantes famosos, lo que plantea riesgos de uso indebido de la identidad vocal y el estilo artístico de estos artistas.
En Estados Unidos, el «derecho de publicidad» permite a las celebridades demandar por la apropiación indebida de su identidad o interpretación para fines comerciales sin su consentimiento.
Esto significa que, si alguien usa una voz generada por IA que imita a un cantante famoso sin permiso y para beneficio comercial, el cantante podría demandar por la apropiación de su voz y semejanza.
En contraste, en otros países no existe un derecho de publicidad similar, lo que deja a los artistas más vulnerables a la explotación a través de tecnologías de IA.
Esto subraya la necesidad de que más países consideren la implementación de derechos de publicidad para proteger a sus ciudadanos en la era digital.
Más transparencia y regulación
La irrupción de herramientas como Suno AI marca un hito en la evolución de la creación musical. Estas tecnologías ofrecen oportunidades sin precedentes para la democratización de la producción musical y la innovación creativa.
Sin embargo, también plantean desafíos significativos en términos de derechos de autor y protección de la propiedad intelectual.
125 millones de dólares significan que Suno tiene dinero de sobra para pagar abogados cuando lo necesite. Pero también podemos verlos de otra manera: ese dinero puede servir para llegar a acuerdos con los titulares del copyright de las obras en que se “inspira”.
A medida que avanzamos en esta nueva era de creación musical impulsada por IA, es crucial que las regulaciones evolucionen para garantizar que todos los involucrados—desde los creadores humanos hasta los desarrolladores de IA—puedan beneficiarse de manera justa y equitativa de estas innovaciones.
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