A medida que los sistemas de Inteligencia Artificial se integran más profundamente en nuestra vida cotidiana, se ha vuelto evidente un problema preocupante: el sesgo algorítmico.

A pesar de la percepción común de que las máquinas son imparciales y objetivas, la realidad es muy distinta. Los sistemas de IA pueden reproducir e incluso magnificar los prejuicios y errores humanos.

Esto plantea una cuestión esencial: ¿cómo influimos los seres humanos en los sesgos de la IA y cómo pueden estos sesgos influir luego en nuestras decisiones?

¿Qué es el sesgo en la IA?

En términos simples, el sesgo en la IA se refiere a errores sistemáticos que se producen en los procesos o resultados de un algoritmo debido a una distribución desigual o un enfoque limitado en los datos utilizados para entrenarlo.

Estos sesgos no son errores aleatorios, sino que siguen patrones predecibles basados en factores como el género, la raza, la edad o el estatus socioeconómico de las personas incluidas (o excluidas) en los conjuntos de datos.

Fuentes principales de sesgos

Datos no representativos

Los algoritmos se entrenan con grandes volúmenes de datos históricos, que reflejan decisiones humanas pasadas, pero si esos datos están sesgados, el algoritmo replicará y amplificará esos errores.

Por ejemplo, en el ámbito médico, si un sistema de IA se entrena con datos de pacientes de una población predominantemente blanca, es posible que sus predicciones no sean tan precisas para pacientes de otras etnias, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos o inexactos.

Un caso notable es el de un algoritmo utilizado en Estados Unidos para priorizar la atención médica, que subestimaba la gravedad de las necesidades de salud de pacientes negros.

Esto se debía a que los datos de entrenamiento se basaban en costes médicos pasados, y los pacientes negros tienden a gastar menos en atención médica debido a disparidades sistémicas.

Selección sesgada de características

Los sesgos también pueden surgir en la etapa de selección de características, que se refiere a las variables que los diseñadores de sistemas de IA deciden que son relevantes para el modelo.

A veces, las características que se seleccionan pueden estar influidas por estereotipos sociales.

Por ejemplo, en el caso de sistemas de IA para contratación de personal, el uso de características como la escuela de procedencia o la dirección de residencia puede llevar a un sesgo indirecto hacia candidatos de entornos menos privilegiados.

Un ejemplo reciente; Amazon desarrolló un sistema de reclutamiento que, tras un análisis de los currículos históricos, penalizaba a las mujeres porque los datos de los que se alimentaba estaban dominados por currículos de hombres.

Aunque el algoritmo no seleccionaba activamente en función del género, indirectamente aprendió a dar preferencia a los hombres basándose en patrones anteriores.

Prejuicios culturales y sociales

La IA también hereda los prejuicios culturales de la sociedad. Como los algoritmos aprenden de datos históricos generados por humanos, estos reflejan los prejuicios sociales existentes.

Si se entrena a una IA con datos que reflejan desigualdades estructurales de la sociedad, es muy probable que esos sesgos se amplifiquen en las decisiones futuras de la IA.

Un algoritmo de reconocimiento facial desarrollado por IBM, Microsoft y otros, mostró errores significativos al intentar identificar rostros de mujeres y personas de piel oscura, lo que evidenció que los modelos habían sido entrenados predominantemente con imágenes de hombres blancos.

Estos errores no solo perpetúan discriminación en aplicaciones como la vigilancia policial, sino que podrían reforzar estereotipos dañinos a nivel social.

Sesgos en la interacción humana

Un aspecto menos comentado, pero de gran relevancia, es cómo los sesgos de la IA pueden, a su vez, influir en los sesgos de los seres humanos.

Según estudios recientes, los profesionales que trabajan con sistemas de IA tienden a confiar ciegamente en las recomendaciones de la máquina, incluso cuando estas son incorrectas.

Esto puede llevar a que las personas perpetúen y acepten los sesgos que provienen de las recomendaciones algorítmicas.

En un estudio sobre la prescripción de antidepresivos, se observó que los médicos que seguían recomendaciones incorrectas generadas por IA tenían más probabilidades de cometer errores en comparación con aquellos que no recibían dichas sugerencias.

Lo alarmante es que los médicos empezaron a integrar esos errores en su toma de decisiones, lo que muestra que la IA no solo puede heredar los sesgos humanos, sino que también puede amplificarlos en la interacción humana.

Consecuencias del sesgo en IA

Las consecuencias del sesgo en IA pueden ser devastadoras, especialmente en contextos de alto riesgo, como el de la salud o la justicia. Un algoritmo sesgado podría llevar a errores médicos graves, decisiones judiciales injustas o prácticas discriminatorias en el ámbito laboral.

Además, estos sesgos pueden tener efectos a largo plazo, ya que pueden moldear las decisiones humanas en función de recomendaciones erróneas.

En el ámbito clínico, por ejemplo, se ha demostrado que los sistemas de diagnóstico basados en IA, a pesar de su alta precisión, a veces fallan en casos particulares que afectan a ciertos grupos subrepresentados.

Esto puede llevar a una atención médica desigual, donde ciertos pacientes no reciben el tratamiento adecuado debido a la falta de representatividad en los datos con los que fue entrenada la IA.

¿Cómo mitigar el sesgo en IA?

Diversificación de los datos

Es crucial que los conjuntos de datos utilizados para entrenar algoritmos incluyan una representación más amplia y diversa de la población.

Esto puede ayudar a mitigar algunos de los sesgos, aunque no los eliminará por completo. Aún más importante es la validación de estos modelos en situaciones del mundo real para garantizar que los sesgos no se mantengan.

Supervisión humana

Es fundamental que los humanos mantengan un rol activo en la toma de decisiones finales. Aunque la IA puede ofrecer recomendaciones valiosas, los expertos deben estar capacitados para identificar posibles errores o sesgos en esas sugerencias.

Esta supervisión es especialmente importante en áreas donde los errores pueden tener consecuencias graves.

Desarrollo de herramientas de auditoría algorítmica

Actualmente, se están desarrollando herramientas que permiten auditar los algoritmos para identificar sesgos.

Esto implica revisar los procesos de entrenamiento de la IA y los resultados de sus decisiones para detectar y corregir fallos antes de que estos sean aplicados en contextos del mundo real.

La IA no es infalible ni imparcial

Los sesgos en la IA representan un problema complejo y de múltiples capas, que surge de los datos con los que se entrena, pero que también puede influir en la toma de decisiones humanas.

La confianza excesiva en las recomendaciones de estos sistemas, sumada a los datos desequilibrados o no representativos, puede llevar a que los sesgos se perpetúen y amplifiquen en diversas esferas.

Por tanto, es fundamental que tanto los diseñadores de IA como los usuarios adopten un enfoque crítico y consciente, reconociendo que estas tecnologías, aunque poderosas, no son infalibles y, como cualquier herramienta, pueden reflejar y perpetuar los prejuicios humanos si no se manejan con cuidado.