En junio de 2015, durante su 44 cumpleaños, Elon Musk organizó una lujosa fiesta de tres días en una villa del Napa Valley, a la que asistieron amigos y familiares. En medio de la celebración, dicen que alrededor de una fogata, surgió un intenso debate que aún resuena en el presente.
La discusión fue entre Musk y Larry Page, cofundador de Google. Musk defendía la necesidad de implementar salvaguardas en la evolucion de la IA. En cambio, Page creía que el siguiente paso en la evolución era que las máquinas y los humanos se fusionaran permitiendo una vida post humana, en la nube.
La discusión se volvió aún más intensa cuando Page acusó a Musk de ser un “especista”, es decir, de privilegiar a la humanidad sobre otras posibles formas de inteligencia. Musk, por su parte, respondió afirmando que sí, era “pro-humano”.
Este enfrentamiento no solo marcó un punto de quiebre en su amistad, sino que también llevó a Musk a fundar OpenAI ese mismo año, para desarrollar una IA «segura y accesible para todos», aunque no creemos en las bondades de Musk más allá del poder y la ganancia económica. Este evento se convirtió en un hito crucial en la historia del desarrollo de la inteligencia artificial.
Musk en busca de una IA “segura” para los seres humanos
Después de la controversia, Elon Musk contactó a Sam Altman, conocido por su habilidad para identificar y apoyar startups innovadoras y por su visión sobre el futuro tecnológico.
Musk y Altman, junto con otros destacados emprendedores y científicos como Greg Brockman, Ilya Sutskever y Wojciech Zaremba, decidieron fundar OpenAI en diciembre de 2015.
La idea de OpenAI nació de una preocupación compartida por el desarrollo seguro y beneficioso de la inteligencia artificial. Su objetivo era garantizar que la IA se desarrollara de manera que beneficiara a toda la humanidad, en lugar de solo a unos pocos.
Para lograr esto, OpenAI se estableció como una organización sin fines de lucro, con el propósito de avanzar de una forma que maximice los beneficios para la humanidad en su conjunto, aunque esto, como veremos, finalizó creando una filial con fines de lucro.
Google a la vanguardia de la IA
Años antes de la fundación de OpenAI, Google ya había dado pasos significativos para liderar y mantenerse a la vanguardia de la IA. En 2011, Google lanzó el proyecto Google Brain, una colaboración a tiempo parcial entre Jeff Dean, Greg Corrado y el profesor de Stanford Andrew Ng.
Este proyecto se centró en el desarrollo de técnicas para resolver problemas complejos de IA. Google Brain aprovechó la vasta infraestructura de computación en la nube de Google para construir sistemas de aprendizaje profundo a gran escala.
En enero de 2014, Google adquirió DeepMind, una startup británica de IA, por más de 500 millones de dólares. Fundada en 2010 por Demis Hassabis, Shane Legg y Mustafa Suleyman, DeepMind se dedicó a desarrollar algoritmos de aprendizaje general aplicables a una variedad de problemas.
Como subsidiaria de Google, DeepMind se destacó por crear AlphaGo, el programa de IA que venció al campeón mundial del juego Go en 2016.
En 2015, Google lanzó TensorFlow, una biblioteca de código abierto para el aprendizaje automático que rápidamente se convirtió en una herramienta esencial para investigadores y desarrolladores de IA en todo el mundo.
Google también integró la IA en muchos de sus productos, como Google Fotos, que utiliza el reconocimiento de imágenes, y el Asistente de Google (Ok, Google), que emplea el procesamiento de lenguaje natural.
Estas iniciativas ayudaron a Google a consolidar su liderazgo y a competir con otras empresas emergentes como OpenAI.
Elon Musk cambia de opinión y rompe con OpenAI
Inicialmente, Elon Musk apoyaba la idea de que OpenAI fuera una organización sin fines de lucro. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que los recursos necesarios para desarrollar una inteligencia artificial general (AGI) eran mucho mayores de lo que habían anticipado.
Musk y otros miembros de OpenAI reconocieron que necesitarían miles de millones de dólares para competir con gigantes como Google y su DeepMind. En 2017, comenzaron a considerar la posibilidad de convertir OpenAI en una entidad con fines de lucro para asegurar los recursos necesarios.
Una de las propuestas de Musk fue fusionar OpenAI con Tesla o que él tuviera el control total de la organización. Sin embargo, esta idea encontró resistencia entre los otros cofundadores, como Sam Altman y Greg Brockman, quienes sentían que iba en contra de la misión original de OpenAI.
Además, había preocupaciones sobre los posibles conflictos de interés, dado que Musk también estaba desarrollando tecnologías de IA en Tesla. En febrero de 2018, Musk decidió dejar OpenAI (y llevarse todo su dinero) con la intención de crear un competidor para Google a través de Tesla.
OpenAI se queda sin dinero y Microsoft lanza un salvavidas
Después de la salida de Elon Musk, OpenAI enfrentó varios desafíos financieros. La organización se dio cuenta de que necesitaría una cantidad inmensa de recursos para competir en el desarrollo de la IA avanzada.
En 2019, OpenAI tomó la decisión estratégica de convertirse en una entidad con fines de lucro limitada, conocida como OpenAI LP. Esta estructura híbrida les permitía atraer inversiones significativas mientras mantenían su misión original.
En julio de 2019, Microsoft invirtió 1.000 millones de dólares en OpenAI, proporcionando los recursos necesarios para continuar su investigación y desarrollo. También permitió a OpenAI acceder a la infraestructura de supercomputación de Azure, lo que fue esencial para entrenar sus modelos avanzados de IA.
Mientras tanto… en Facebook
En 2013, Mark Zuckerberg, el fundador y CEO de Facebook, junto con Mike Schroepfer, CTO, y otros líderes de la empresa, reconocieron el potencial transformador de la inteligencia artificial.
Así, en septiembre de 2013, Facebook anunció la creación de Facebook AI Research (FAIR), con laboratorios en Menlo Park, Nueva York y Londres. Para liderar FAIR, contrataron a Yann LeCun, un pionero en el campo del aprendizaje profundo y las redes neuronales convolucionales.
LeCun, conocido por su trabajo en reconocimiento de imágenes, asumió el rol de director y comenzó a construir un equipo de investigadores de primer nivel. En 2016, FAIR lanzó PyTorch, una biblioteca de aprendizaje profundo de código abierto que rápidamente se convirtió en una herramienta esencial para investigadores y desarrolladores de IA.
También desarrollaron herramientas como fastText para el procesamiento de lenguaje natural y Detectron para la detección de objetos, ambas de código abierto.
La fallida apuesta por el metaverso
En 2021, Facebook cambió su nombre a Meta para reflejar su nueva visión centrada en el “metaverso”. Mark Zuckerberg lo presentó como la “próxima gran frontera del mundo digital”: un entorno virtual compartido accesible a través de dispositivos de realidad virtual (RV) y aumentada (RA)
Meta invirtió miles de millones de dólares en esta visión, incluyendo la creación de Reality Labs, el equipo encargado de desarrollar tecnologías de RV y RA. Sin embargo, a pesar de las grandes inversiones, el metaverso no logró el impacto esperado de inmediato.
En 2022, Meta reportó pérdidas significativas en Reality Labs, con más de 9.4 mil millones de dólares en los primeros tres trimestres del año. Estas pérdidas, junto con la falta de adopción del metaverso, generaron críticas sobre si los recursos estaban siendo desviado de áreas importantes, como la investigación en IA.
OpenAI toma la delantera
El equipo de OpenAI, respaldado financieramente y con el apoyo tecnológico de Microsoft, avanzó a un ritmo vertiginoso. En junio de 2020, OpenAI lanzó GPT-3, un modelo de lenguaje avanzado que sorprendió por su capacidad para generar texto coherente a partir de simples indicaciones.
GPT-3 se convirtió rápidamente en una herramienta esencial para desarrolladores y empresas. Su API fue integrada en la plataforma Azure de Microsoft, permitiendo a los usuarios acceder a sus capacidades a través de la nube.
En 2021, OpenAI presentó dos innovaciones significativas: DALL·E, un modelo capaz de generar imágenes a partir de descripciones textuales, y CLIP, un modelo que puede entender y relacionar imágenes y texto de manera efectiva. Estos avances demostraron el potencial de la inteligencia artificial para crear contenido visual y mejorar la comprensión multimodal.
También en colaboración con Microsoft, OpenAI lanzó GitHub Copilot en 2021, una herramienta que utiliza GPT-3 para asistir a los desarrolladores en la escritura de código de manera más rápida y precisa. Esta integración mostró cómo la IA podía transformar la productividad en el desarrollo de software.
El gran hito llegó en noviembre de 2022 con el lanzamiento de ChatGPT, un chatbot basado en el modelo GPT-3.5. Este lanzamiento marcó un antes y un después en el campo de la IA. El mundo quedó asombrado al ver cómo ChatGPT podía mantener conversaciones fluidas, responder preguntas complejas y generar contenido creativo. Nada volvería a ser igual.
Crisis en OpenAI, Altman es despedido
En noviembre de 2023, OpenAI se vio sacudida por una crisis inesperada. El 17 de noviembre, el consejo de administración de la empresa anunció la destitución de su CEO, Sam Altman. La noticia sorprendió a muchos, ya que Altman había sido una figura clave en el crecimiento y éxito de OpenAI.
El consejo, que incluía a figuras como Ilya Sutskever, Adam D’Angelo, Tasha McCauley y Helen Toner, justificó su decisión argumentando que Altman no había sido “consistentemente sincero” en sus comunicaciones con ellos.
Alegaron que esta falta de transparencia complicaba su capacidad para cumplir con sus responsabilidades y mantener la confianza en su liderazgo. Además, surgieron preocupaciones sobre el manejo de la seguridad en la IA y se plantearon alegaciones de comportamiento abusivo.
Los empleados y Microsoft al rescate
La destitución de Altman generó una rápida y contundente reacción. Más de 500 de los 700 empleados de OpenAI firmaron una carta exigiendo la renuncia del consejo y la reinstalación de Altman.
La presión también llegó desde fuera de la empresa, con Microsoft, el principal inversor de OpenAI, interviniendo en apoyo a Altman. Satya Nadella, CEO de Microsoft, expresó su preocupación y respaldó el regreso de Altman.
Después de cinco días de intensas negociaciones y cambios en la dirección, el 22 de noviembre de 2023, Sam Altman fue reinstalado como CEO de OpenAI.
El consejo original fue reemplazado por una nueva junta directiva, liderada por Bret Taylor, ex co-CEO de Salesforce, e integrada por Larry Summers, ex Secretario del Tesoro de EE.UU., y Adam D’Angelo, el único miembro que permaneció del consejo anterior.
Ilya Sutskever, quien había comunicado la destitución a Altman, dejó su puesto en el consejo, pero continuó trabajando en la empresa.
Modelos abiertos vs. modelos cerrados
La evolución de los modelos de lenguaje ha sido una de las áreas más fascinantes y controvertidas en el campo de la inteligencia artificial. Aquí han surgifo dos enfoques distintos: los modelos de lenguaje abiertos, como LLaMA de Meta, y los modelos cerrados, como GPT de OpenAI.
GPT-3, desarrollado por OpenAI, se integró en la plataforma Azure de Microsoft, permitiendo a los usuarios acceder a sus capacidades a través de la nube. No obstante, OpenAI optó por mantener el modelo cerrado, limitando el acceso mediante una API controlada.
Esta decisión buscaba proteger la tecnología y garantizar un uso responsable, pero también restringió la accesibilidad.
En contraste, Meta adoptó un enfoque diferente. En 2023, Meta lanzó LLaMA, un modelo de lenguaje grande preentrenado, seguido por LLaMA 2, que está disponible de manera gratuita para uso comercial y de investigación.
Mark Zuckerberg, CEO de Meta, ha sido un firme defensor de los modelos de código abierto. En una carta publicada en julio de 2024, Zuckerberg compartió su visión sobre la importancia de los modelos abiertos para el futuro de la IA.
Zuckerberg comparó el desarrollo de la IA con la evolución de los sistemas operativos. Recordó cómo, en los primeros días de la computación, las principales empresas tecnológicas desarrollaban versiones cerradas de Unix.
Sin embargo, con el tiempo, Linux, un sistema operativo de código abierto, ganó popularidad debido a su flexibilidad, seguridad y el amplio ecosistema que lo respaldaba. Hoy en día, Linux es el estándar de la industria para la computación en la nube y los sistemas operativos móviles.
Zuckerberg argumentó que la IA seguirá un camino similar. Según él, los modelos de código abierto permitirán que más personas en todo el mundo accedan a los beneficios y oportunidades de la IA. Este enfoque evitará que el poder se concentre en manos de unas pocas empresas y permitirá que la tecnología se despliegue de manera más equitativa y segura en la sociedad. No obstante, como el resto de protagonistas de esta historia, nos dicen lo que queremos escuchar, la parte bonita en la que quedan bien. Lo más probable es que Zuckerberg admitiera que las primeras versiones fueran de código abierto para ponerse en las primeras posiciones de la carrera de la IA, que había perdido por su apuesta fallida por el metaverso.
Siempre hay tiempo para una demanda más
La relación entre Elon Musk y OpenAI ha estado marcada por altibajos, con desacuerdos y rupturas que recientemente han escalado a un ámbito legal. En marzo de 2024, Musk presentó una demanda contra OpenAI y su ex CEO, Sam Altman.
En su demanda, Musk alegó que Altman y otros cofundadores habían abandonado los principios fundacionales de la organización, priorizando las ganancias sobre el bien público.
Musk afirmó que fue engañado para cofundar OpenAI bajo la promesa de que la entidad sería siempre sin fines de lucro, centrada en la seguridad y la apertura de la inteligencia artificial. Sin embargo, OpenAI respondió publicando correos electrónicos de Musk que demostraban su apoyo previo a la idea de convertir la organización en una entidad con fines de lucro para asegurar los recursos necesarios.
Estos correos contradecían las alegaciones de Musk y mostraban que él había aprobado la transformación estructural de OpenAI.
En junio de 2024, Musk retiró inesperadamente su demanda, sin proporcionar una explicación clara. No obstante, la disputa continuó y en agosto de 2024, Musk reavivó su demanda, acusando nuevamente a OpenAI y a Altman de fraude y de desviar la organización de sus objetivos fundacionales.
En esta nueva fase de la demanda, Musk fue más explícito en sus acusaciones. Afirmó que Altman y sus «cómplices» habían utilizado el altruismo como un señuelo para atraer su inversión, solo para cambiar el rumbo de la organización a medida que la tecnología avanzaba y las ganancias se volvían más atractivas.
Una conclusión… por ahora
La historia reciente de la IA ilustra cómo el acuerdo y el desacuerdo entre mentes brillantes han modelado el avance de la tecnología.
Desde la fundación de OpenAI y su colaboración con Microsoft hasta las controversias legales protagonizadas por Elon Musk, en cada etapa ha estado presente tanto la cooperación como el conflicto.
Por un lado, la alianza entre OpenAI y Microsoft ha demostrado cómo las asociaciones estratégicas pueden acelerar el progreso tecnológico. Al mismo tiempo, los desacuerdos, como las demandas de Musk, han subrayado las complejidades éticas y financieras involucradas en el desarrollo de la IA.
El avance tecnológico no sigue un camino lineal; está lleno de debates, desafíos y decisiones difíciles. Las tensiones entre OpenAI, Microsoft, Google, Meta y otras entidades han demostrado que el desacuerdo puede ser tan productivo como el consenso.
A medida que exploramos las fronteras de la tecnología, es fundamental reconocer que tanto la colaboración como el conflicto son motores esenciales del progreso. Para saber más sobre la historia de la IA, consulta este artículo dónde te contamos los inicios, también muy interesantes, sobre la década de los 50