Hace días compartí en redes sociales que los insectos, en lugar de extinguirse, suelen evolucionar velozmente gracias a sus vastas poblaciones. La idea, aunque respaldada por estudios, desató desde insultos hasta correcciones.
Lo curioso no fueron las críticas en sí, sino que muchos argumentaron usando plataformas de inteligencia artificial como fuente, en lugar de estudios científicos o referencias bibliográficas.
Este fenómeno, cada vez más común, plantea una pregunta inquietante: ¿por qué las personas están dejando de lado fuentes tradicionales, como libros y artículos académicos, para confiar en herramientas de IA?
Descubre cómo la IA está transformando nuestra relación con la información, sus ventajas, sus peligros y por qué no debemos olvidar el valor de los libros.
Inmediatez y accesibilidad de la IA
Mientras que buscar información en un libro, una base de datos académica o incluso en un artículo en línea requiere tiempo, paciencia y cierta habilidad para filtrar resultados, una plataforma como ChatGPT ofrece respuestas en segundos.
Además, las respuestas suelen estar estructuradas en un lenguaje comprensible, eliminando términos técnicos que podrían ser un obstáculo en fuentes más especializadas.
Esto democratiza el acceso al conocimiento, especialmente para personas sin formación académica o con tiempo limitado. Por otro lado, la IA supera barreras de acceso a materiales de pago o publicaciones restringidas.
Sin embargo, esta comodidad tiene un costo: en la rapidez por obtener respuestas, a menudo no verificamos su veracidad o profundidad, confiando ciegamente en lo que la IA nos dice.
Confianza ciega en la tecnología
La confianza que muchas personas depositan en las plataformas de inteligencia artificial no es casual; se basa en una percepción de autoridad tecnológica.
Al interactuar con una IA que responde de manera articulada y coherente, tendemos a asumir que sus respuestas son correctas, sin cuestionar su origen ni la metodología detrás de ellas.
La IA genera respuestas basadas en patrones estadísticos, no en un conocimiento propio ni en un criterio de selección consciente. Sin embargo, su capacidad para «sonar» confiable, fomenta la ilusión de que siempre tiene la razón.
Casos en los que la IA ha entregado desde referencias falsas hasta explicaciones simplistas, son una advertencia de sus limitaciones. Pese a esto, muchos siguen confiando en estas herramientas, en especial porque brindan una experiencia libre de esfuerzo.
Una mezcla explosiva
La creciente dependencia de las plataformas de IA ha creado una mezcla explosiva cuando se combina con el efecto Dunning-Kruger, un fenómeno psicológico donde las personas con menor conocimiento sobre un tema sobreestiman su comprensión.
La inmediatez de la IA refuerza esta dinámica: al recibir respuestas claras y convincentes, los usuarios pueden creer que entienden un tema en profundidad, cuando en realidad solo han obtenido una visión superficial y posiblemente sesgada.
Sobre mi experiencia en redes con los insectos, muchos respondieron utilizando IAs para refutar mi argumento. La rapidez de las respuestas de la IA llevó a las personas a creer que tenían conocimientos sobre el tema, sin cuestionar la información.
Este exceso de confianza fomenta la propagación de información incorrecta. Peor aún, se puede compartir esa información, reforzando falsos sesgos en otros que confían en su criterio. Así, la desinformación se expande, disfrazada de conocimiento legítimo.
¿Pero esto hace menos eficaz a la IA?
Aunque la inteligencia artificial no ofrece la exactitud y el detalle de las fuentes originales, sigue siendo eficaz al momento de proporcionar información rápida y útil.
La IA es capaz de resumir datos, brindar explicaciones claras y ofrecer una perspectiva general sobre diversos temas. Esto la hace una herramienta valiosa para obtener un panorama inicial o para resolver dudas puntuales de manera rápida.
Sin embargo, la efectividad de la IA depende de cómo se utilice. Aunque sus respuestas pueden ser correctas en términos generales, es esencial no depender únicamente de ellas para tareas que requieran precisión o un análisis profundo.
Por ello, lejos de desestimar la ayuda que la IA ofrece, se recomienda consultar las fuentes originales cuando sea posible. Al hacerlo, no solo mejoras la calidad de la información, sino que también evitas la propagación de errores.
Consejos para consultar información con IA y divulgarla
Consultar información con IA y divulgarla de manera responsable requiere un enfoque crítico y estratégico. Aquí algunos consejos para hacerlo de manera eficaz y ética:
- Verificar la fuente de la IA: Aunque la IA ofrece respuestas rápidas, comprende que estas provienen de grandes bases de datos, no de fuentes directas. Corrobra con fuentes bibliográficas o estudios académicos siempre que sea posible.
- Formular preguntas claras y específicas: Para obtener respuestas precisas, asegúrate de ser claro y específico cuando formules tus preguntas. Cuanto más precisa sea tu consulta, más relevante será la información dada por la IA.
- Usar la IA como punto de partida: La IA es ideal para obtener un panorama general o resolver dudas inmediatas, pero no para profundizar en un tema. Complementa la información obtenida con investigaciones adicionales.
- Citar las fuentes originales: Cuando utilices la información dada por la IA, es crucial que busques y cites las fuentes originales que respaldan los datos. Esto aporta credibilidad y evita la propagación de desinformación.
- Fomentar la reflexión crítica: Antes de divulgar cualquier información, reflexiona sobre su relevancia, veracidad y contexto, para asegurarte de que estás ofreciendo un contenido fiable y bien fundamentado.
Utilizando la IA de manera asertiva
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede mejorar nuestra capacidad de acceder a información y ampliar nuestros conocimientos.
Sin embargo, su efectividad depende de cómo la empleemos. Utilizar la IA de manera asertiva implica no solo aprovechar su rapidez y accesibilidad, sino también mantener una actitud crítica y responsable frente a las respuestas que ofrece.
La clave está en reconocer que la IA debe complementar, no reemplazar, el pensamiento crítico y la investigación. Equilibrar su uso con la consulta de fuentes académicas, hace que obtengamos información precisa y no caigamos en la desinformación.
Al final, la verdadera eficacia de la IA radica en cómo la integramos en un proceso de aprendizaje reflexivo y consciente.